La foto de la derecha es de una de las esculturas. Cuando la vi no pude más que pensar en Madrid. Esa escultura se me antoja que ha sido hecha pensando en esta ciudad. El crecimiento constante, lento pero inexorable, acaba siendo como el rostro seco que se llena de cuarterones, como la tierra sin agua. Cada grieta es una calle, una herida, una idea o un prejuicio que convierte en gueto aquello que rodea. Y, al final, sólo quedan grupos de personas carentes, pobres de algo. Tetuán, Lavapiés, Chueca, Vallecas, hoy se las conoce por el tipo de personas que viven en su interior, por su origen o tendencia sexual o el color de la piel o los negocios a los que se dedican. Al turista siempre le gustará conocer la ciudad a carta cabal. Y, tal vez, las ciudades, Madrid, se hayan organizado pensando en el que llega para marcharse pronto.
Pero el viajero, sin embargo, pasea como el funambulista bordea sus límites, y se impregna de cada cosa lo suficiente como para no olvidar que hay que seguir. El viaje, por las carreteras o los surcos, es lo que puede salvar a Madrid; caminar, conocer, echar agua en los cuartos de tierra y poblar las cuencas de los ojos para mirar.
2 comentarios:
Qué descripción tan melancólica y tan acertada de nuestra adorada diva.
Al menos hoy que llueve, sus grietas respiran aliviadas.
veo que por lo menos las esculturas te han producido posts llenos de preguntas, insistentes criticas al poblacho mandrileño y prosa calida.....algo es.
salud.
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